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15/11/13

¿Existe el arte español fuera de España?


Sigue siendo uno de los temas más espinosos, complejos e incómodos de la cultura en nuestro país. ¿Tiene el arte español alguna visibilidad fuera de España? ¿Sigue siendo imprescindible irse fuera para triunfar? ¿Cuál es el compromiso de los museos con el arte español? ¿Qué papel juega la política cultural? ¿Es ARCO útil para la internacionalización? En el debate participan algunas de las voces más destacadas del mundo del arte actual, como Manuel Borja-Villel, Gerardo Mosquera, Agustín Pérez Rubio, Eva González-Sancho, Dora García, Martí Manen, Juana de Aizpuru, Marta Cervera, Elena Vozmediano, Manuel Olveira y Carolina Grau, así como el comisario americano Dan Cameron, quien da una visión del arte español llena de espinas. En un mapa de lamentos, acusaciones y autodefensa, buscamos las razones pero, sobre todo, las soluciones para mejorar la presencia del arte español fuera.

El lugar que ocupa el arte español en el contexto internacional es un terreno lleno de fantasmas. “Es un misterio”, asegura el comisario cubano Gerardo Mosquera. “España tiene muchísimos eventos, pero hay un gran déficit del artista español en el reconocimiento internacional. Hay un gap, un hueco, un espacio en el que falta conexión”. Afincado en La Habana, donde fue fundador de su bienal en 1984 y desde donde gestiona exposiciones, textos y asesorías, analiza la situación del arte España con la proximidad que le otorga el hecho de estar al mando de unos de los mayores eventos artísticos de nuestro país, el festival PHotoEspaña, que arrancará el próximo 1 de junio. El enfoque lo tiene claro: “Va a haber una presencia importante de artistas españoles pero no lo hago por una cuestión de cuotas. Mi interés es internacionalizarlo aún más, por eso se me contrata”.

Dime de lo que presumes...
La falta de reconocimiento que, según Mosquera, hay del artista español fuera contrasta con la fuerte presencia internacional que tienen los comisarios españoles. Muchos son los que llevan a cabo su carrera profesional fuera de España: Enrique Juncosa, al frente del IMMA en Dublín; Marta Gili, en el Jeu de Paume de París; Katya García-Antón, responsable del Pabellón de España en la próxima Bienal de Venecia, es la directora del Centre d'Art Contemporain de Ginebra; Rosa Martínez es la persona que más bienales ha organizado; María de Corral sigue su trayectoria internacional como comisaria del Museo de Dallas; Chus Martínez acaba de dejar su puesto en el MACBA para incorporarse al equipo de laDocumenta 12; Vicente Todolí estuvo al frente de la Tate Modern de Londres 7 años; Eva González Sancho es la directora del FRAC en la localidad francesa de Dijon; Bartomeu Marí, antes de llegar al MACBA, fue director del Witte de With de Róterdam; Octavio Zaya participó en la Documenta 11; Leire Vergara, comisaria de la bilbaína Sala Rekalde fue finalista para la Bienal de Berlín 2012 y Agustín Pérez Rubio, actual director del MUSAC lo es para dirigir la próxima Bienal de São Paulo...

Muchos son, también, los artistas que optan por trabajar fuera de España. Barceló; Ángela de la Cruz; Jordi Colomer; Esther Ferrer; Alicia Framis; Antoni Muntadas; Lara Almárcegui; Santiago Sierra; Elena del Rivero; Ester Partegàs o Daniel Canogar, entre muchos otros. El arte español fuera existe, ¿por qué no acaba de ser del todo visible? ¿Cuál es el problema? 

...y te diré de lo que careces
Para empezar, carecemos de tradición. “En el arte español estamos arrancando, como quien dice. Uno de los principales problemas es que miramos fuera sin haber analizado las condiciones de nuestro propio contexto.Sufrimos “el mal del otro”, pensamos que todo lo que hace el internacional es mejor. Mirar fuera está bien, pero no hay que olvidar lo que tenemos aquí, que es mucho ”. Lo dice Agustín Pérez Rubio, crítico con el modo en que se vende la imagen de lo español: “Es vergonzoso que, en la última Bienal de Venecia de Arquitectura, el catálogo dejara vacías las cuatro páginas dedicadas al pabellón español por no llegar a tiempo, teniendo a cuatro arquitectos españoles como ejemplo de la buena salud de la arquitectura española. Eso mata cualquier tipo de imagen profesional que queramos construir”. La galerista Juana de Aizpuru no es menos crítica: “En la Bienal de Venecia, es raro el año que se tiene en cuenta al pabellón español y es muy criticado, aunque ha habido veces que ha dejado bastante que desear. En esos eventos universales es donde hay que presentar buenos proyectos. El problema está “en casa”. Es imprescindible defender mucho más lo nuestro y destinar más dinero al arte”.

Hablar mal de España
Para ver cómo podemos participar más del mapa global del arte, es imprescindible saber qué más podemos ofrecer. Lo explica Manuel Olveira, desde 2009 instalado en Berlín, tras su etapa como director del CGAC de Santiago de Compostela: “Esa ‘obsesión' se explica por nuestra peregrina historia en el siglo XIX, el aislamiento de la dictadura franquista y una falta de tradición en arte contemporáneo que, desde los 80, nos hemos apresurado a solventar (para bien y para mal). Pero, tras tantos esfuerzos, no nos hemos quitado de encima el complejo de inferioridad que denota nuestro empeño por ser internacionales. No te puedes imaginar la cantidad de españoles que me he encontrado fuera empeñados en hablar mal de España. Siempre creen que lo que importamos de Basilea o de Londres es lo que vale la pena. Así que nos hemos dedicado a copiar, a intentar ser como ellos, pero como no tenemos sus infraestructuras, ni su poder, ni sus medios, hemos acabado no siendo nada”.

El comisario gallego clama a gritos un “cambio de chip”: “Falta autoestima, creer en nosotros mismos, dejar de quejarnos y actuar. Apostar con firmeza por la construcción de un contexto. Eso nos haría más creíbles y hasta deseables. Actuar de forma cooperativa para planificar actuaciones de largo alcance. Eso nos situaría fuera con mayor visibilidad y calado”, sentencia.

Manuel Borja-Villel, director del Museo Reina Sofía, tiene claro dónde está el error: “Deberíamos preguntarnos por qué otras disciplinas, como la arquitectura o la música, no sufren este problema, o por qué, a pesar de todos los esfuerzos y energías invertidas en estos años, este asunto sigue sin resolverse. ¿No será que los planteamientos han sido equivocados y que la ansiedad por ese reconocimiento internacional ha sido quizás parte del problema? La búsqueda del reconocimiento internacional está, de antemano, condenada al fracaso porque es siempre académica y acomodaticia. Hay que contribuir a una visión menos sucursalista y más avanzada de lo que aquí ocurre”.

Espíritu constructivo
Cualquier solución posible por mejorar la imagen, proyección y presencia del arte español fuera de España pasa por reforzar su debilidad estructural. “Es necesario contar con una estructura fuerte, que se mantenga con los cambios de gobierno. Ministerios, Consejerías, Ayuntamientos, Diputaciones... son vasos comunicantes que tienen un mismo fin cultural. La comunicación es fundamental”, añade Agustín Pérez Rubio. 

Pequeños cambios en costumbres y métodos de trabajo conllevarían una mejora sustancial. Podría importarse el espíritu del work team americano, donde cada eslabón cuenta, generando un trabajo conjunto. “Al no haber ley de mecenazgo, ni siquiera un IVA cultural, el Estado se arroga mucha responsabilidad que canaliza sobre todo a través de los museos . Todos trabajamos para el mundo del arte, no sólo para nosotros mismos. En lugar de degradar al competidor es mucho más productiva la colaboración y el apoyo mútuo”, explica la galerista Marta Cervera. “Hasta que el artista español no es conocidos fuera, aquí nadie le hace caso. Luego dicen que no somos precursores de nada”.

Y lleva razón. Para lograr esa imagen de cohesión es imprescindible trabajar bajo una“conciencia de red”: “No puede ser que los museos no tengan canales para compartir invitados. Cuando invitan a un ‘súper comisario' en pocas ocasiones le pasearán para que se encuentre con otras personas y visite otras exposiciones. Consiste en gastarse un par de noches más de hotel y en hacer agendas de visita. No es muy caro y es muy rentable”, explica el comisario Martí Manen, uno de los tres responsables de la feria JustMadrid, que se celebrará en febrero.

Tras siete años trabajando en Estocolmo y pasar por el Instituto Cervantes, Manen es crítico con la política cultural de nuestro país: “La desconfianza es la base de las relaciones entre arte y política. Parece que nadie se da cuenta de lo barato que es exportar arte contemporáneo. Un Ministerio puede dar apoyo económico para un cortometraje mediocre o, con el mismo dinero, realizar una exposición de primera categoría. Con lo primero no hay dudas, con lo segundo sí, y resulta que lo segundo puede ser infinitamente más rentable. Pero nadie quiere pensar que es un paleto porque no entiende lo que apoya. Lo siento, pero no hay nada que entender: son otros códigos”. No hay más vuelta que esa: una mayor planificación y compromiso por el arte facilitaría la exportación del arte español fuera.

Abrirse al exterior
Un mejor programa de residencias para artistas y comisarios extranjeros ayudaría a abrirse al exterior. La escasez actual de espacio para artistas la denuncia la Dora García, que este año representará a España en la Bienal de Venecia y quien, tras veinte años trabajando fuera, acaba de trasladarse a Barcelona: “Es fundamental potenciar la ambición de trabajar en otro país en el periodo de formación”, explica.

De entrada, el trabajo parece titánico pero es más fácil de lo que parece. Todo tiene que ver con la voluntad. Hay ejemplo de ello en otros países, como el DAAD -el servicio alemán de intercambio académico- que atraería la capacidad intelectual tanto nacional como internacional; programas para que comisarios extranjeros conozcan lo que ocurre en España como los de OCA, en Oslo o en La Galerie, en París, gracias a la cual la comisaria española Carolina Grau explica haber pasado 3 meses conociendo de cerca la escena francesa. “No es cuestión de hacer pocas y grandes cosas, sino de hacer más y de manera más continuada”, explica. “Parece que la promoción en el arte español es una campaña de publicidad y tendría que hacerse de modo más diversificado, flexible y democrático”.

Este museo también es mío
La responsabilidad del museo, y en especial el del Reina Sofía, como lanzadera del arte local sigue siendo una piedra en el zapato en este camino hacia lo internacional. En los últimos 3 años, el museo ha realizado 13 muestras de artistas españoles vivos, aunque sólo 5 han sido grandes exposiciones y 2 de ellas estaban ya programadas antes de la llegada de Borja-Villel. Las críticas no son pocas, aunque éste insiste en que, “la programación no discrimina en absoluto aquello que ha ocurrido en nuestro país, sino todo lo contrario” y que, recientemente, se han incorporado a la colección del museo “obra de 76 artistas nacionales y 48 extranjeros”. “Con todo-insiste- el problema no es de cuotas, ya que una visión cuantitativa del arte es necesariamente muy limitada”.

El problema con los museos no está únicamente en la responsabilidad con la escena local sino su relación con la política. "Sentar las bases de un proyecto artístico para un espacio de arte, plantear un programa y definir la política del mismo, requiere bajo mi punto de vista un mínimo de 5 años. Cuando ese plazo de tiempo no puede ser respetado por calendarios políticos, que han terminado a veces en el despido de un director de institución, me parece difícil que se lleve a cabo un proyecto fuerte, porque el compromiso es demasiado ligero”, explica Eva González Sancho, directora del FRAC en Dijon.

La batería de ideas para mejorar nuestra presencia fuera sigue de la mano de Elena Vozmediano, presidenta del IAC (Instituto de Arte Contemporáneo) y crítica de El Cultural, para quien es fundamental “evitar los “desembarcos” espectaculares y carísimos en favor de una continuidad en los proyectos de menor escala. Más valen 100 artistas con presencia en buenos museos, galerías o proyectos colaborativos que una cúpula de Barceló. Hasta hoy, ni Exteriores ni Cultura se han tomado en serio esta asignatura pendiente. Estamos a la espera del Plan Nacional que se está elaborando y de una presentación de la nueva sociedad estatal SEAC. Ojalá se pusiera aquí el mismo empeño que en la ley Sinde”.

Nueva sociedad estatal
La SEAC (Sociedad Estatal de Acción Cultural) es la fusión de las antiguas SECC (Sociedad de Conmemoraciones Culturales), SEACEX (de Acción en el Exterior) y SEEI (de Exposiciones Internacionales). Al mando está Charo Otegui, antes responsable de SEACEX, quien valora de manera muy positiva todo el trabajo hecho hasta ahora: “Ha habido importantes proyectos para situar el arte contemporáneo fuera, con muestras de artistas españoles y las visitas de comisarios y directores de instituciones extranjeros, algo que va a continuar. Lo más urgente es unificar esfuerzos y eso es lo que ha hecho el gobierno con la creación de esta nueva sociedad estatal”. Mientras, el PP ya ha hecho público su proyecto de Acción Cultual Exterior que pasa por unificar toda la promoción bajo la única imagen del Instituto Cervantes, algo que sería incompatible con la SEAC.

Con todo ese revuelo político en el aire y ARCO a menos de un mes de celebrar su 30ª edición, la feria sigue viéndose como nuestro único gran evento internacional. Otro fantasma. Manuel Olveira reclama también, ahí, un cambio de rumbo: “Las cosas han evolucionado lo suficiente como para que ARCO deje de serlo todo y sea lo que tiene que ser: una feria”.

Fuente El Cultural.

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