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2/1/14

Domingo Zapata: «Banksy no es un buen ejemplo»

Domingo Zapata: «Banksy no es un buen ejemplo»

Es uno de los artistas de moda en Nueva York. Y es español. Lo han bautizado como «el nuevo Warhol». Fenómeno mediático, la prensa especializada y la sensacionalista hablan de él por igual. La revolución Zapata ha estallado.

Ayer cumplió 39 años. Domingo Zapata (Palma de Mallorca, 1974) los ha vivido muy deprisa. Confiesa que, a veces, le da vértigo, pero que hay dos cosas al año que siempre hace para intentar poner los pies en la tierra: «Escaparme a Mallorca, a la casa de mi padre, y estar allí una semana, e ir al Rocío para hacer el Camino, con mi amigo Miguel Báez “El Litri”». En estos lugares, dice, carga las pilas «para después volver de nuevo a la batalla». Porque ser artista en una ciudad como Nueva York, donde salen artistas hasta debajo de las piedras (hay unos 50.000) y hay una competencia feroz, «es una batalla, a veces muy salvaje. Cada mañana voy al estudio y me pongo a trabajar. Para mí, pintar y vivir de la pintura es un regalo».

Del ático del Hotel Bowery, donde ha tenido su estudio últimamente, se ha mudado a una casa de 1850 en Gramercy Park. Cuentan que,como Picasso, Domingo Zapata ha intercambiado obras por comer en algunos restaurantes. En su caso, en el Ciprianineoyorquino. Se ha codeado con las mujeres más deseadas del planeta, a quienes retrató en su proyecto «Ten»; escribió la letra de una canción en español para Michael Jackson... En la Bienal de Venecia de este año expuso una treintena de obras en el Palazzo da Mula y ultima un proyecto para el vestíbulo de la Torre de la Libertad en la Zona Cero de Manhattan. Ha llegado de Singapur, el 9 de enero inaugura exposición en Los Ángeles... Así es la frenética vida de este artista que, pese a su lado más salvaje, se define como un romántico.

–¿Cómo acaba un mallorquín que se va a Londres a estudiar Ciencias Políticas como artista de moda en Nueva York?

–Tras estudiar en Londres me fui a una Universidad de Washington porque tenían un programa muy bueno de Ciencias Políticas. Pero yo siempre quise dedicarme a lo que me gusta: la pintura. Vengo de una familia bastante humilde: mi padre pintaba coches, mi madre es modista. Nuna entendieron muy bien esto de ser artista. Querían que estudiara una carrera, que trabajara y luego ya veríamos... Me quedé en Nueva York, encontré un trabajo en el sector financiero, en el que estuve unos años. Mientras tanto, pintaba e intentaba hacerme un hueco en ese mundo. No tenía la seguridad de que podía dedicarme a ello. Nunca tuve respaldo de nadie, he sido autodidacta. Llega un momento en la vida en que dices: o lo hago ahora o nunca. Dejé mi trabajo y me dediqué cien por cien a la pintura. Tuve la suerte de tener el apoyo de un coleccionista muy importante: George Soros. Compró un par de obras mías, llamé la atención de gente influyente, hice una exposición en Nueva York (era 2004 o 2005), empecé a trabajar con diferentes galerías y mi vida cambió. Comencé a tener seguridad en mí mismo. Definitivamente vi que puedo dedicarme a esto. Tengo la responsabilidad y la obligación de explorar mis inquietudes como artista.

–¿Con qué galerías trabaja?

–He trabajado con galerías importantes, pero intento ser independiente. El próximo 9 de enero tengo una exposición en Los Ángeles, otra en marzo en Venezuela... Y las hago con distintas galerías. Elijo dealers que me busquen oportunidades en diferentes partes del mundo. Así es como me gusta hacerlo. Para tener libertad creativa y no una obligación comercial.

¿Desde cuándo lleva en Nueva York?

–Desde 1997.

–¿Y cómo encuentra hoy la ciudad, artísticamente hablando? ¿Sigue siendo el mismo foco de talento y creatividad que siempre?

–En Nueva York hay cerca de 50.000 artistas. Yo intento moverme en un círculo reducido de gente que me gusta lo que hace, que es creativa: no solo artistas, también diseñadores, músicos, gente del mundo delcine... Creo que ese underground sigue ahí, en lugares oscuros escondidos en varias zonas de la ciudad. [Cuentan que frecuenta clubes como Electric Room y Provocateur].

–Le han bautizado como «el nuevo Warhol». Ahí es nada...

–Estas cosas hay que tomárselas con filosofía. Lo que comparan, quizás, sea mi estilo de vida, mi forma de trabajar, mi relación con los medios de comunicación, mis amistades...Desde el punto de vista artístico, ojalá algún día yo pudiera acercarme al éxito que ha tenido Warhol y lo que significa en el mundo del arte. Pero, hoy por hoy, lo que hago es trabajar. Es un halago, de todas formas.

–¿Y se siente cómodo con la etiqueta pop que le han colgado?

–Yo soy muy espontáneo a la hora de trabajar. Lo que me gusta siempre es crear contrastes, ya sea en el motivo de la obra o con los medios que trabajo. Me gusta contrastar hiperrealismo con collages, buscar inspiración en Matisse o Cézanne y traerla a lo contemporáneo incorporando grafiti con técnicas urbanas más agresivas. También he pintado obra inspirada en el arte pop (Lichtenstein, Warhol, Basquiat), pero simplemente como tributo, intentando aprender más. Como le dije, soy autodidacta. La mejor manera de encontrar mi dirección es practicar y poder explorar a los maestros. También, con gente más cercana a mí, como Julian Schnabel.

De hecho, se le asocia a nombres como Schnabel o Basquiat, no solo por su trabajo, sino también por ese lado salvaje que parece compartir con ellos.

–(Se ríe) Yo creo que sí. Nueva York es una ciudad salvaje, viva, durante las 24 horas del día algo está ocurriendo. Me siento un pintor urbano, de mi tiempo; me gusta explorar lo que está ocurriendo en mi momento, en mi barrio, en mis calles, con mis colegas... ¿Salvaje? No sé. Más que salvaje, me gusta estar vivo y sentir la vida. Y lo que me ocurre en mi vida poder expresarlo en mi obra. Me veo más romántico que salvaje.

–Viendo su obra, las bailarinas y los jockeys recuerdan a Degas.

–Me encanta ese pintor. Soy aficionado al ballet y al polo. Hace unos años jugaba, pero mi seguro ya no me deja jugar. Ahora me limito a ir a los partidos.

–También tiene pinturas de tema taurino, que recuerdan a las de Picasso. ¿Es usted muy taurino?

–No, pero es mi cultura y me gustarlo tenerlo presente y expresarlo. Sobre todo con los colores. Lo que me gusta especialmente del mundo taurino es el culto de la fiesta, cuando visten al torero, el color de la plaza... Un íntimo amigo mío es Miguel Báez «El Litri», que es mi inspiración para todos mis cuadros de toreros. Siempre pinto a Miguel.

Se atreve en su trabajo con mitos, iconos modernos, como la mismísima Gioconda, que «customiza» como india, torera, Minnie Mouse... ¿Lo hace para desacralizar el arte?

–Cuando Da Vinci pintó la Mona Lisa quería expresar la belleza. Yo intento de alguna manera hacer algo sarcástico. Como hay tanta expectación sobre esa obra... trato de desmitificarla, pero respetándola. Es como si hubiera puesto un póster de la Mona Lisa en la calle e imagino qué haría la gente con él.

–En una de sus Mona Lisas escribe: «Sin creación no existimos». Toda una declaración de principios...

–No creo que haya buen arte o mal arte. Hay mejor y peor arte. Lo importante es crear. Cuando oigo que alguien dice: «no sé pintar», yo le digo: «da igual, tú pinta». Si no hubiese creación no estaríamos aquí. Pinto sobre Mona Lisa expresando eso: no tienes que ser perfecto para poder crear algo. A veces la propia imperfección es mejor que algo perfecto, intocable. Todo puede ser tocable y todos tenemos el derecho de poder crear.

Se apropia de la Mona Lisa. ¿No cree que la apropiación es políticamente incorrecta en estos tiempos en que se defienden a capa y espada los derechos de autor, la propiedad intelectual?

–Todos los artistas se han apropiado de otros: Matisse, Picasso, Cézanne... La apropiación es arte.

–¿Qué opina de los nuevos ídolos modernos: Hirst, Koons...?

–Hirst es buen amigo mío, conozco a Koons... Aprendo mucho de ellos. Hasta hace poco trabajaba solo, sin asistentes. Damien me dijo un día: «¿Pero qué haces? Yo no he tocado un pincel desde 1992». Una nieta de Picasso también me dijo: «Para abrir tu expresión tienes que trabajar con otros artistas, que trabajen para ti, tener aprendices». Es necesario para poder explorar otros medios. En el mundo del arte contemporáneo vivimos con mucha demanda y presión. Desde que empecé a trabajar con asistentes mi obra está yendo mejor y puedo crear todo lo que hay dentro de mí. Hirst y Koons han abierto la puerta a que podamos expresar mucho más de lo que que podíamos hacer si tuviésemos que hacerlo todo nosotros.

David Hockney no parece muy de acuerdo con esa tesis. Ya tuvo sus más y sus manos con Hirst por ese tema...

–Eso está superado hace mil años. Picasso no era escultor e hizo esculturas. Yo he hecho mosaicos al estilo bizantino y he trabajado con un maestro espectacular en Italia. Si ayuda a que la obra mejore, a que te puedas expresar mejor, es bueno. Weiwei también lo hace. El artista es hoy como un art director. La mayoría de artistas trabajan con un equipo. Nadie puede criticar eso. El mercado del arte es muy grande. Habrá coleccionistas a los que les guste una obra en la que el artista haya trabajado de principio a fin, pero otros quieren obras más colosales que requieren un equipo.

¿Está al tanto del mercado del arte? ¿Sabe cómo cotizan sus obras, cuál es su récord?

–Lo más que han pagado por un cuadro mío ha sido 275.000 dólares. Fue hace tres meses. Es una obra inspirada en el «Guernica», que hice con espray. En Art Basel Miami compraron una de mis chaquetillas de torero por 90.000 dólares. Es la chaqueta más cara que se ha vendido nunca (Se ríe).

–¿Cómo le ha ido en Art Basel Miami? Creo que tiene estudio también allí y en París...

–Tengo un estudio pequeño en París. Me gusta estar allí en primavera un par de meses. En Miami un amigo me dejó un estudio un tiempo, pero no es mío. He ido a Art Basel Miami a disfrutar y ver lo que otros artistas están haciendo.

–¿Es asiduo de ARCO?

–He ido hace unos años pero no he participado en la feria. Me gustaría. Mi agente que dijo que habían llamado para ver si hacía algo. Pero los próximos dos años tengo mucho trabajo en Estados Unidos, Latinoamérica, Asia... Quizás en dos años podría hacer algo en ARCO. A mí me encantar ir a ferias, bienales, ver lo que está ocurriendo en el mundo del arte. Me encanta el arte, no solo lo que pinto yo. Me gusta apoyar a otros colegas.

–¿Cómo se ha vivido en Nueva York el mes que se ha pasado Banksy haciendo grafitis por toda la ciudad? ¿Qué opina de la cruzada del alcalde y la policía contra él?

–Banksy tiene su forma de llamar la atención. No es algo con lo que estoy completamente de acuerdo. No es necesario generar caos para poder crear. Es innecesario. No soy un gran aficionado a lo que hace y como lo hace. Creo que, a cierto nivel, un artista debe tener ciertas responsabilidades, no crear problemas. Puede influir en gente joven que empiece a grafitear y eso es peligroso. Pueden ir a la cárcel. No todo el mundo es Banksy. Mucha gente se cree que como él lo hace ellos también lo pueden hacer. No es positivo.

–No le veo muy partidario de Banksy ni del grafiti...

–Sí me gusta, pero creo que las cosas se tienen que hacer organizadamente. No tienes que influir en los niños a expresarse de esa manera, porque puedes fastidiarles sus vidas. No creo que Banksy sea un buen ejemplo. Yo voy a hacer en primavera un mural gigante en la calle 14, que ocupará casi todo un edificio. Pedí permiso a la ciudad. No solo me lo dieron. El dinero que me pagaron por hacerlo lo he donado a las escuelas de Nueva York.

¿Cómo va su proyecto del mural para el vestíbulo de la Torre de la Libertad de la Zona Cero en Manhattan?

–Estoy trabajando en ello. Va a ser un collage con diferentes materiales de todos los Estados Unidos. Voy a crear una bandera americana. Las estrellas estarán hechas en acero pulido. Cuando entres te verás reflejado y formarás parte de la obra. Traigo madera de San Francisco, acero de Chicago... Los materiales que más definen a un estado o una ciudad. Se iba a inaugurar en verano pero van retrasados y a lo mejor es en otoño. Nosotros estamos ya montando todos los materiales en un estudio que me han dejado en Chelsea para hacerlo. Estará listo en tres meses.

–¿Sigue el arte que se está haciendo en España?

–Sí. Soy un gran fan de Miquel Barceló, aunque nunca he tenido el placer de conocerlo. Me encantan Manolo Valdés, Genovés, con esas pinceladas tan gruesas... Desgraciadamente no estoy muy al día de lo que hacen los jóvenes en España, pero me afecta lo que está ocurriendo. Tengo amigos que lo están pasando muy mal, y obviamente sufro con todo eso.

«Que Johnny Depp compre mi obra no va a cambiar la calidad de mi trabajo»
N. P. MADRID
Se ha convertido en una celebridad más de la Gran Manzana. Se codea con Leonardo DiCaprio y Johnny Depp, que coleccionan sus obras; con algunas de las mujeres más deseadas: pintó a Sofía Vergara y Lindsay Lohan, se le ha relacionado sentimentalmente con Scarlett Johansson... Es carne del «New York Post», pero también ha sido portada del suplemento «Styles» del New York Times.
–¿Codearse con las celebridades ayuda o perjudica a su carrera?
–Es un cuchillo de doble filo. A veces la prensa más sensacionalista coge estas cosas y las multiplica por cien. Hay una cultura del reality, del celebrity; quieren saber qué haces en todo momento. Cualquiera tiene hoy fans, seguidores. Queremos saber, estar informados de la vida de quien nos interese. Y se hacen montañas de granitos de arena. Obviamente, que personalidades de Hollywood coleccionen mi obra o vayan a mis exposiciones es bueno, porque te da prensa y publicidad. Pero que Johnny Depp compre mi obra o venga a una exposición no va a cambiar la calidad de mi obra. Comercialmente, es bueno, positivo.

¿Pero no corre el riesgo de que la crítica especializada no le tome en serio?
–Es algo que no me interesa.

–¿Es de los que piensan que es mejor que hablen de uno aunque sea mal?
–No puedes evitar que la gente hable o no hable de uno si estás ahí. Es parte del precio a pagar. A mí no me afecta. Salgo muy poco, intento llevar una vida tranquila con mis hijos, mis amigos, lo más privada posible. Pero hay un mercado que maneja mucho dinero, la prensa sensacionalista, y es muy difícil de parar.

Quizás hacer proyectos como «Ten», con las mujeres más bellas y famosas del mundo, contribuyó a ello...
–Yo hice esa obra pensando en la cultura pop de Nueva York de los 80, cuando Schnabel o Warhol estaban representando a mujeres y hombres muy importantes de su época. Mi interés era crear mi visión sobre las mujeres icónicas de mi epoca. Fue una experiencia estupenda: poder conocer a mujeres con ese aura tan importante desde un punto de vista íntimo. Al pintarlas hay una intimidad más cercana que al fotografiarlas. Hay sentimientos más fuertes. Han crecido bonitas amistades de aquel proyecto. Creo que esas obras expresan muy bien quiénes son.

Una curiosidad: dicen que usted hizo la letra de una canción para Michael Jackson. ¿Cómo surgió?
–Siempre me ha gustado escribir. Y durante una época tuve un agente que también trabajaba con Michael Jackson. Él quería hacer una canción en español. Nos presentaron. Fue una experiencia muy bonita. Le escribí una canción: «Cada mañana». Fue en los últimos meses de su vida. La grabaron, pero nunca vio la luz. Ahí quedó. Me llevo haberlo conocido.

–¿Qué recuerda de él?
–Era muy sencillo, muy amable. Resulta increíble cómo una persona tan icónica era tan sencilla. Me llamaba por teléfono, se le ocurrían ideas. Era muy intenso, muy dulce, una persona maravillosa, un genio.

Fuente ABC Cultural

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