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5/12/14

Un chamarilero de chaqué y chistera





Juan Carlos Uriarte es un chamarilero de brillante levita y sombrero de copa. Uriarte rebusca en las grandes chatarrerías y en los rincones más oscuros, en los áticos medio abandonados y en los más oscuros sótanos. Recolecta los hallazgos de sus amigos e, incluso, compra algún residuo vistoso de la vida que pasa. Algún objeto maltratado por el tiempo al que él encuentra escondidos mensajes que nadie antes había visto.

Es pintor, es escultor, fue músico y cantante… pero lo que de verdad encanta a Juan Carlos Uriarte es eso… encontrar elementos olvidados y despreciados para atesorarlos con el cuidado meticuloso de un avaro con síndrome de Diógenes.

Podríamos pensar que es un integrante del movimiento del arte pobre, pero no. Uriarte lo que pretende es elevar la categoría de esos objetos que rescata. Los abrillanta, los envuelve en rechinantes metacrilatos, los disfraza y los lanza al mundo como maravillosos Útiles inútiles. ¿Pero se han merecido las viejas guitarras, los delicados violines, las metálicas flautas, las elegantes encuadernaciones, las cuberterías decimonónicas, las antiguas máquinas medio destrozadas, estas envolturas de lujo, estas cárceles de oro? El artista lo justifica hablando de una proyección surrealista, del nuevo soplo de vida que otorga a esos juguetes rotos que nadie quería pero que él ama. Pero ¿no querría la guitarra, incluso sin cuerdas, que la acariciaran unas manos que ahora no pueden llegar a ella? Bien está que una flauta se adorne con el cráneo de un pájaro que en su día quizá cantase ¿Pero no preferiría recibir el aliento de un músico anónimo, aunque nadie pueda ya hacer brotar notas musicales de sus entrañas?

En la galería de la Fundación Sierra Pambley Uriarte ha creado un cementerio de magníficos panteones. Ha dado una vuelta de tuerca a la verdad de cada objeto, a su inexorable decadencia, los ha exprimido, los ha obligado a vivir una nueva existencia, eso sí, lejanos, encarcelados, prisioneros de la inspiración del artista, de este extraño chamarilero que es capaz de dar lustre a todo lo que encuentra, de poner en valor a cualquier objeto muerto, de rescatar lo ignorado para esclavizarlo a través del poderoso toque surrealista de su inspiración.

Fuente Diario de León

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