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2/1/10

Arte Abstracto español en el IVAM


El Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) ha inaugurado hoy la exposición La línea roja. Arte Abstracto español en la colección del IVAM, una muestra que si bien parte de uno de los clásicos artificios conceptuales de la historiografía, la abstracción, pretende sin embargo subrayar los múltiples puntos de convergencia que se produjeron (y se siguen produciendo) entre las investigaciones formales de las diversas generaciones de artistas españoles desde los años treinta del siglo XX hasta la actualidad.

No es una casualidad que el propio título de la exposición, La línea roja, sea un homenaje a uno de los clásicos de nuestra contemporaneidad cuya obra sobrepasó las fronteras impuestas por la crítica a la creación artística: Antoni Tàpies. Su pintura fechada en 1963 y perteneciente a la colección del IVAM La ligne rouge (Negre amb línia vermella) debe entenderse como un auténtico cruce de caminos en el que convergen con maestría la larga tradición constructiva, la pulsión figurativa, la experimentación con la materia y la quiebra de la naturaleza bidimensional de la pintura.

Espíritu transgresor

Dentro de ese mismo espíritu trasgresor de los géneros y de revisión de los propios conceptos de la historiografía, esta muestra elude la narración de la secuencia cronológica que protagonizó el desarrollo del arte abstracto en España. En su lugar, el montaje de la exposición se conforma a través de núcleos de reflexión puramente estéticos articulados a partir de ciertas obras poco conocidas de la colección del IVAM.

La exposición se inicia en un apartado dedicado al atávico enigma de la representación del rostro y su disfraz, la máscara, que vienen introducidos por una escultura de Julio González, Le cagoulard (1935), y una pintura de Antonio Saura, Anu (1962).

El políptico de piezas Serie Limo (1991) de Luis Gordillo conforma un ámbito destinado a investigar la fascinación por la liberación de los flujos y ondulaciones de la materia. Un relieve metálico fechado en 1955 del artista Manuel Rivera articulan un apartado dedicado al entretejido de tramas formales, redes y grietas.

Composición tipográfica

Una pintura de José Manuel Broto, Elogio del oro (1984), abre un capítulo consagrado a la fascinación plástica –y en ocasiones mística– del áurico metal. La obra de Joan Miró Aviat l’instant (1919) configura, junto a un nutrido grupo de serigrafías de Joan Brossa, un apartado en el que se aborda la gran revolución en la composición tipográfica durante la modernidad.

Una serie de gouaches de Eusebio Sempere sirve de pórtico a un gran mural dedicado a las derivas cinéticas, lumínicas, perceptivas y utópicas de la geometría. Por último, el lienzo de Esteban Vicente Sin título, 1972 estructura el capítulo final de la exposición destinado a analizar la práctica pictórica como una poética del ensimismamiento.


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