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21/2/12

El arte pinta negro en León.


Algunas galerías han cerrado y el resto intenta capear la crisis con obras más baratas y pagos a plazos.

m. cuevas / v. viñas | león 21/02/2012

Hasta la llegada de la crisis, León era un paraíso para las galerías de arte. Durante años florecieron como las setas. Pocas capitales de provincia tenían tantas salas, con exposiciones quincenales y grandes firmas. El negocio, está claro, funcionaba.

Cubo Azul, la más vanguardista, fue la primera en sucumbir. Después cerraba una de las más veteranas, Lancia, con más de treinta años de actividad ininterrumpida. También Pers Polis echó la trapa. Otras optaron por las fusiones, como les ocurrió a los responsables de Centro Arte y Sardón, que acabaron uniendo experiencias y trayectorias en una única galería. Pese a todo, hubo ‘valientes’ que abrieron galería, como Sharon Art y Cinabrio —la primera que se instala en San Andrés del Rabanedo—. Algunas se han sostenido en los últimos años gracias a un peculiar sistema de ventas. Tienen clientes fijos, que pagan una cuota mensual y, cuando les gusta alguna obra, se la llevan. En León llegó a haber un amplio sector que compraba obras de arte con regularidad. Pero la «euforia» ha terminado.

Hace unas semanas la familia real de Qatar pagaba casi 192 millones de euros por el cuadro Los jugadores de cartas, de Cezanne. Es el cuadro más caro de la historia vendido en una subasta. Para las grandes fortunas, el arte sigue siendo una buena inversión y uno de los pocos ‘refugios’ seguros. Sin embargo, la feria Arco acaba de cerrar sus puertas con las peores cifras de los últimos años. Los pequeños y medianos inversores ya no gastan con tanta alegría. En León la ‘franja’ de clientes se mueve en una banda de precios que va desde los 100 euros —por grabados y litografías— , hasta los 6.000 euros por óleos de artistas con cierto nombre.

La proliferación de salas de arte comerciales y también públicas en León capital hicieron posible el acercamiento del arte al gran público. Pero el panorama ha sufrido grandes vaivenes en poco tiempo. Hoy, los galeristas tienen que luchar en clara desventaja con las exposiciones virtuales de la red, con los grandes y pequeños museos que se han multiplicado y con la crisis. A las pocas ventas, se suma ahora la falta de interés del público por la mayoría de estas exposiciones. Incluso el Musac, que llegó a tener cifras que provocaban la envidia del resto de los museos de arte contemporáneo del país, lucha ahora desesperadamente por frenar la imparable caída de espectadores, con el agravante de que ahora cobra entrada.

Los artistas, peor. Si la situación de las galerías es crítica, la de muchos artistas es desesperada. Las instituciones han encontrado en las artes plásticas un filón para ofrecer cultura a precios irrisorios. No hay comunidad autonómica, Diputación ni Ayuntamiento que no administre varias salas de exposiciones en las que «magnánimamente» dejar mostrar su labor a los creadores «sin cobrarles nada», pero también sin aportarles nada. En cuanto a las galerías comerciales, se llevan casi la mitad de lo que el escultor o el pintor cobra por su obras y, además, tienen que pagar de su bolsillo los carteles, catálogos, vino español… o cualquier otro gasto que la exposición pueda acarrear.

No pinta bien para los galeristas, que, a pesar de todas sus angustias y del cierre de algunos de sus colegas, siguen luchando con optimismo por sobrevivir.

Marili Santos, que lleva una eternidad al frente de Bernesga, confiesa que ha habido una merma importante en las adquisiciones. «Paran intentar vadear esta situación, nosotros procuramos exponer obras que no tengan tanto valor, que tengan una mejor relación calidad-precio. Los pintores también han ajustado sus honorarios. En nuestro caso damos unas mayores facilidades para que la gente siga pudiendo comprar arte y nosotros podamos seguir viviendo de esto, de la pintura».

La fusión como salida. Yolanda y Germán han unido sus fuerzas para poder seguir adelante con garantías. Yolanda con Sardón y Germán con Centro Arte, tienen una larga trayectoria por separado que, desde hace un año, ha confluido en el espacio expositivo de Sardón. Germán revela que la crisis produce unos efectos curiosos: «Actualmente se están vendiendo obras de un cierto nivel. Esto quiere decir que sigue habiendo gente que dispone de dinero y que quiere refugiarlo en el arte, que es un valor seguro. Esto nos proporciona un poco de esperanza, ya que el dinero sigue estando ahí, en ciertos sectores cada vez más reducidos».

En Ármaga, Asunción Robles y Marga Carnero cuidan especialmente a los autores leoneses, pero también han dado una gran relevancia a artistas de reconocimiento internacional, desde Picasso, Gordillo, Saura o Arroyo, hasta el recientemente fallecido Antonio Tàpies. Aseguran que «la gente siente miedo ante esta situación de inestabilidad económica, se asustan ante la incertidumbre de lo que va a pasar. Eso está frenando mucho las cosas. Yo, como galerista, ya he pasado varias crisis y en ellas se vendía muchísima pintura, La gente tenía miedo a que el dinero se devaluara e invertía. Pero creo que esta es la crisis del miedo a que el dinero llegue a desaparecer», afirma Robles.

Rosario Rodríguez está al frente de Sharon Art, una galería que procura que sus artistas tengan un marchamo de modernidad, pero sin perder nunca el horizonte de la figuración. «La cosa está complicada en estos momentos. Nos vendría muy bien un mecenas como ese jeque árabe que invierte millones en obras de arte. Aquí las cosas son mucho más duras. Yo creo Nosotros tenemos compradores que hacen un gran sacrificio para adquirir una obra que les gusta y también los que compran como inversión. Y todo es igual de respetable».
Fuente recogida Diario de León.

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